El anterior inquilino tenía un gusto, digamos, peculiar. Muchas de las ventanas forradas con vinilo rojo, la columna pintada de rojo, puertas en rojo, mucho rojo. Luego una tarima de simulación de madera, y en las paredes otros paneles de simulación de madera. Como además de no gustarme nada estos materiales me parecía un poco incongruente vender artículos de lujo de maderas nobles en una tienda decorada con sucedáneo de madera, todo se arrancó y se llevó (gracias Juan y Fer) al punto limpio. Luego vino la cuadrilla a poner un suelo porcelánico oscurito con aspecto de piedra natural (que sé que me va a tocar fregar mucho, qué le vamos a hacer), pintar los techos de blanco y las paredes de un tono casi blanco.
Ahora está el local limpito, pintado, diáfano, y pidiendo a gritos muebles. Me tocan unos días de no dormir para diseñar y fabricar los muebles de la tienda, y luego a abrir por fin, que ya está tardando la cosa demasiado…
Que bonito local. Espacioso y moderno. Tus creaciones se merecián un hogar así! Suerte con los últimos detalles.
Gracias Martín